Por fortuna hay cartas que no llegan

 

Por fortuna hay cartas que no llegan

sobres que no alcanzan a cerrarse

papeles que acaban en la basura

llantos que se secan entre las sombras


seres destinados a una muerte prematura

abejas obligadas a ser kamikazes

espectáculos de una noche

que se vuelven cenizas con el día

y encuentran sepulcro entre el futuro

de todo aquello que hubiera podido ser.


Menos mal que el calor que da voz al corazón

no tarda en revelarse ilusorio

una fiebre terca, un delirio enfermo

una hábil maniobra del espíritu

para darle un respiro al alma

cuando se angustia por el dolor, 

por el amor, por la rabia…


Por fortuna hay cartas que no llegan

poemas que no se leen

emociones que no se nombran.


Por fortuna las lágrimas se evaporan

y el corazón cede ante una canción suave.


En alguna madrugada, en otra noche solitaria

seremos capaces de olvidar la desgracia

de habernos callado, de haber olvidado

de haber preferido el silencio y el temor a la palabra.


Con suerte en algún momento

un poco más sabios, menos enfermos

le daremos la razón a los secretos

Allí diremos alegres:

¡Qué fortuna todo lo que no fue!