Del vacío y del espacio


I

Me pongo dos ladrillos en las manos
y ando en cuerda floja a metros del infierno.

El equilibrio me lo gano con pesadas cargas,
y ellas mismas me hacen besar al suelo.

Entonces mis pies se quedan arriba, muy arriba, flotando,
mientras mi cráneo rebota en el cemento.

Mis ojos llorosos se secan apenas salen del firmamento,
cuando de repente, descubro al corazón hinchado de infinito espacio.

Entre miles de estrellas me hallo, y de la saliva me brota una pregunta:
¿cómo el universo es un absoluto vacío, mas a la vez está tan lleno? 

II

El corazón se ha rellenado de respiros invisibles,
el corazón en el que habito está repleto de una nada certera.

Corazón gigante, corazón de suspiros, corazón solitario,
en vez de ser ancla, me vuelves cohete.

¿Qué buscamos, Corazón, conquistando al aire?
¿Qué hallaremos, Corazón, llenándonos de viento?

Y entres idas y venidas, desde la estratósfera hasta el centro,
con el ceño fruncido se me antoja preguntarte:

¿Cómo haces, Corazón, para llenarte de un vacío completo?
Eres cada vez más grande, y cada vez mayor es mi vértigo.