Verá usted como ví yo
Verá usted. Había que mirarle con agrado antes que con furia
Había que doblarse, troncharse y caer de rollidas antes de ser el salvador
Había que ser humano siendo mundano y mortal
Había que dejar la gloria para otros tiempos y abrazar la brevedad del respiro
Había que dejar de morir y darle paso a los aires de vida. Había que ser vital antes de estar muerto...
Había que renunciar a ser mártir y abrir los ojos ante miles de nadies para poder verlos como tribunales benéficos.
Había que reconstruir con el polvo, el verdadero cuerpo: Este de carne, de hueso, de animal, de materia sin forma, de embrión en movimiento.
Había que apagar a la luz voraz, la estrella magna, el corazón hinchado, y hacer de la pólvora un desierto de nieve, hacer del sol un vórtice negro.
Hacer del palpitar retumbante, pequeños suspiros...
Porque antes del grito estuvo el vértigo, antes del vértigo la elevación, antes de la elevación la pendiente, antes de la pendiente la cima.
Antes de la cima, fui yo.
Verá usted. Había que esperar el golpe para sangrar.
La magia debe develarse antes que el mismísimo truco.
A los recuerdos les urge el tiempo tal como mis pies necesitan del suelo.
¿Por qué nos han de encalambrar los dolores que aún no nos poseen?
Hay que hallar la historia antes de proclamarla nuestra.
Hay que darle un comienzo a la línea infinita de acontecimientos.
Hay que marcar un punto cero.
Hay que ser cero antes que infinito.
Hay que nacer primero.
Verá usted como ví yo, que está viviendo al revés,
Que ha arrancado las flores de la tierra seca y se ha cubierto de un luto sofocante,
Mientras ha estado nadando desnudo entre un océano de semillas.
Había que doblarse, troncharse y caer de rollidas antes de ser el salvador
Había que ser humano siendo mundano y mortal
Había que dejar la gloria para otros tiempos y abrazar la brevedad del respiro
Había que dejar de morir y darle paso a los aires de vida. Había que ser vital antes de estar muerto...
Había que renunciar a ser mártir y abrir los ojos ante miles de nadies para poder verlos como tribunales benéficos.
Había que reconstruir con el polvo, el verdadero cuerpo: Este de carne, de hueso, de animal, de materia sin forma, de embrión en movimiento.
Había que apagar a la luz voraz, la estrella magna, el corazón hinchado, y hacer de la pólvora un desierto de nieve, hacer del sol un vórtice negro.
Hacer del palpitar retumbante, pequeños suspiros...
Porque antes del grito estuvo el vértigo, antes del vértigo la elevación, antes de la elevación la pendiente, antes de la pendiente la cima.
Antes de la cima, fui yo.
Verá usted. Había que esperar el golpe para sangrar.
La magia debe develarse antes que el mismísimo truco.
A los recuerdos les urge el tiempo tal como mis pies necesitan del suelo.
¿Por qué nos han de encalambrar los dolores que aún no nos poseen?
Hay que hallar la historia antes de proclamarla nuestra.
Hay que darle un comienzo a la línea infinita de acontecimientos.
Hay que marcar un punto cero.
Hay que ser cero antes que infinito.
Hay que nacer primero.
Verá usted como ví yo, que está viviendo al revés,
Que ha arrancado las flores de la tierra seca y se ha cubierto de un luto sofocante,
Mientras ha estado nadando desnudo entre un océano de semillas.