El fin de las despedidas

Ya no quiero despedirme más
quiero andar sin saber de partidas
seré desde ahora un caminante
regando saludos a la vera
negando cualquier mirada que presagie el final.

Seré toda bienvenida
seré yo misma una casa sin puertas
será mi vida un espiral que no se cierra
mi camino errante será solo comienzos
los inicios olvidarán sus finales
llegaremos a todas partes sin renunciar jamás a alguna.

Ya no quiero despedirme
porque hacerlo es indecente
porque las últimas palabras son apenas las primeras
porque los desenlaces clausuran la imaginación
porque los puntos son estacas en el corazón.

Llegaré a los brazos de mi madre infinitas veces 
sin irme ninguna de ellas
ahorcaremos juntas a la muerte
con este amor de mil hilos 
que siglo a siglo hemos tejido para sobrevivir.

Mi papá mantendrá cautivo al tiempo en el rollo de una cámara
mi hermana secuestrará a los relojes y los colgará en el cielo
mis amigos escribirán la historia de la rebelión de los principios
y todos los días serán primero de enero.

Ya no diremos adiós jamás
pero antes el odio se disolverá en el olvido
la guerra, sin la muerte, morirá de hambre
la injusticia, hija prodiga, regresará a la casa de la gracia
los muros mutarán en ventanas
clavaremos al ocaso en una cruz de eternidad.

Ya no tendré que despedirme
porque ninguna vez será la última
porque no habrá cosa de la que deba marcharme
porque todos mis pasos anticiparán la llegada
porque siempre habrá vida para volvernos a amar.