Movimiento vital

En una tina llena de oleajes
Siento la luz y el agua fría,
Que me traspasan 
Y me hunden,
Que me penetran
Y me esconden.
Siento, siempre tanto, 
Pero tanto quizás es poco,
Quizás es nada.
Siento cálidos mis dedos,
Mientras están clavados en el hielo. 
Quiero y quiero ilimitada,
Quiero para siempre, 
Quiero amando, quiero adorando.
Pero llega el día nuevo, neonato,
Y más veloz que la noche
Despierto de los encantos del agua y de la ventana, 
Me levanto tan fugaz como alguna vez fue la caída,
Entonces solo el aire me roza, 
Se me impregna, se me escapa, se me resbala:
Ya no hay manantial ni cielo abierto que me atraviese.

Mi interior vivo y palpitante se apaga, 
Mis partes móviles enmudecen en la quietud indiferente.
Me hallo una vez más sola
En un monasterio de silencios.

Y junto a mí tan solo encuentro una incertidumbre
                                    en forma de llama de vela al viento. 
En esta soledad de siglos, en este frío de cemento, 
                                    apenas sobrevive el pronóstico de un incendio.