El viejo
Siete y media.
Como puede, se pone boca arriba.
Suena estruendosa la madera de la casa vieja, inhabitada.
El ojo derecho reposa paciente en el parpado incómodamente pegado a la cascada de arrugas debajo de él.
El izquierdo, que es capaz de asomarse al techo, echa un vistazo para poder adivinar que día es.
Insomnio mañanero.
!Despierta! ¡Despierta, viejo decrepito, despierta!
Como puede, se pone boca arriba.
No olvides respirar.
Cruje la cama, y sus huecos, haciendo eco en todos sus vacíos.
Respira, toma fuerzas.
Desliza sus piernas cobijadas por la pijama de satín. Se escurren sin mayor esfuerzo.
Su columna vertebral se endereza.
Empieza.
Pie derecho tocando piso. Pie izquierdo acompañándolo.
De pie.
Once y onces.
La radio se escucha en todo el solar.
Hora de siesta en la mecedora que no se mece.
La maquina de coser disfruta el viento cálido de una media mañana soleada.
¡Que suerte!
Las tablas de la casa rechinan.
Despierta.
Alza su mano hacia sus gafas.
Están colgadas como cadena fina en las solapas de su traje.
Encajan en sus orejas.
Mira el reloj: Son las once y algo.
El minutero está dañado.
¡Que ironía! el tiempo sigue pasando.
¡Que ironía! el tiempo sigue pasando.
La mano, agarrada de la mesa, tiembla.
La fuerza lo empuja hacia abajo.
Lo logra.
De pie.
Un, dos, un, dos, un, un, un, un, un...
Dos, el ultimo escalón de la escalera.
Medio pan.
Un periquito: media taza de leche, media taza de agua, media cucharadita de café, sin azúcar.
Camina sobre la baldosa roja. Llega.
Se sienta sobre el sillón rojo de cuero.
Come.
Es la tercera mancha de café sobré su corbata. Ignora.
La extraña.
Doce.
El almuerzo está en la mesa.
El televisor prendido.
Se sienta.
Cabeza de una mesa solitaria.
Ignora.
La extraña.
Cuatro.
Es un sastre.
Sueña en medio de su siesta con la tiza marcando la tela.
Despierta.
Hace frío. Entra.
Espera a la noche en la mecedora.
Oscurece.
Noche y media.
Teme.
Siete y media.
Cruje la madera de la casa vieja, inhabitada.
Corre un viento frio de madrugada.
Ningún ojo se abrira en la cama.
Nadie despierta.
Nadie se desliza.
Corre un viento frio de madrugada.
Ningún ojo se abrira en la cama.
Nadie despierta.
Nadie se desliza.
Ha dejado de extrañarla.