Tercer dolor
Llanto y lluvia se calman
pues audaces son los cobardes,
y ya no le temen a la desgracia
que traerá el mañana.
Llanto y lluvia no vienen,
la tempestad apaciguada,
el corazón se torna gris
pero no habrá de llover la mirada.
Llanto y lluvia no suenan,
han perdido la esperanza
de que vengan rayos de luz
a dar certeza de vigilia.
Llanto y lluvia no avisan,
llegaran cuando el alma se desborone
y el dolor calcine asesino,
sin haber otra solución
que romperse lloviendo
y acariciar llorando.